Sí, me sorprendo de mí,
viviendo y viendo.
Hemos llegado a exhibir "los adentros",
a no tener vergüenza de nada,
a que nos observen porque nos mostramos.
Sí, me sorprendo de mí,
al querer salirme del juego.
Necesito limitar los mundos
para encontrarme.
Saber que en mi YO, nadie puede entrar.
Y descubro, sorprendida,
que lo que pensé que era insensible
es lo más cierto:
Nunca te he visto llorar.